El libro francés Le vol des insectes(el vuelo de los insectos) de 1934, el señor de Saint-Lague explica que el vuelo de los abejorros no se podía explicar por los cálculos de ala fija, esto ha llevado a una idea errónea de que las abejas violan la teoría aerodinámica. Pero no debemos sorprendernos de que los resultados no cuadren con el contexto, en realidad no hace sino confirmar que las abejas no se involucran en vuelo de ala fija, y que su vuelo se explica por otros fenómenos mecánicos, tales como los utilizados por los helicópteros.
En 1996 Charlie Ellington en la Universidad de Cambridge demostró que los vórtices creados por muchas alas de insectos y los efectos no lineales son una fuente vital de elevación; los vórtices y fenómenos no lineales son áreas notoriamente difíciles de la hidrodinámica, lo que ha hecho el progreso lento en la comprensión teórica del vuelo del insecto.
En 2005, Michael Dickinson y sus colegas de Caltech estudiaron el vuelo de la abeja de la miel con la asistencia de la cinematografía de alta velocidad y una maqueta robótica gigante de un ala de abeja. Su análisis reveló que suficiente sustentación fue generada por “la combinación poco convencional de movimientos cortos, agitadas por las bandas, una rápida rotación del ala, cambios de dirección, y una muy rápida frecuencia de aleteo”. La frecuencia de aleteo aumenta normalmente a medida que el tamaño disminuye, como el batido del ala de la abeja cubre un pequeño arco, lo hace a aproximadamente 230 veces por segundo, más rápido que una mosca de la fruta (200 veces por segundo) que es 80 veces más pequeña.